Las runas tienen un gran legado histórico, no sólo por su creación, llena de un misterio místico a la hora de saber cómo se crearon, sino por toda la magia que la rodea. Pero en época del cristianismo, por miedo a la iglesia, y con afán de proteger el misterio y el poder de las runas, los pueblos que la practicaban tuvieron que ocultarla durante muchos siglos.
En los lugares donde el cristianismo tuvo constancia de que se practicaban las runas, se dieron bastantes combates para cazar y prohibir esta práctica que hacía venerar a dioses que en cristianismo no veneraba. La razón por la que los antiguos pueblos llegaron a guardar esta práctica, fue gracias a la invención de su alfabeto esotérico, que ayudó a comunicarse y poder seguir con su práctica.
Tras las persecuciones de los cristianos, llegaron a pensar que habían acabado con ellas, pero no fue así, y posteriormente aparecerían en lugares como la proa de los barcos de los vikingos para combatir al mar con sus dioses protegiéndoles. Tomando las runas como protección, consiguieron conquistar muchas tierras.
Con la llegada de la Inquisición, las runas y sus rituales no desaparecerían, ya que consiguieron introducirse dentro de las prácticas cristianas, por eso en muchos lugares se han encontrado templos o iglesias con dos altares, uno para dar la típica misa cristiana, y otro para el sacrificio.
Este tipo de templos se pueden encontrar en la Europa más escandinava, o en países como Inglaterra o Alemania, en el que las dos culturas se mezclaron durante muchos siglos.