Hay que saber diferenciar si se está capacitado para desarrollar el arte del tarot o si no se está, a través de conocer si se tienen las facultades necesarios para tal.
Lo más importante es tener el deseo de llevar a cabo este arte, y tener unos conocimientos que le puedan permitir adentrarse en esto, independientemente de los métodos que posteriormente, sean más simples o más sofisticados.
A cualquier aprendiz de tarotista, se le recomienda que se aprenda la simbología que representa cada carta y su forma de interpretación, ya que constituye un pilar básico a la hora de comenzar a hacerse un hueco como tarotista. Para provocar esta acción inconsciente tenemos que estar en un ambiente tranquilo, relajado, para allanar el camino tanto a la expresión y transmisión de mensajes como a la claridad de la interpretación.
Como en todo trabajo, habrá días mejores y días peores, pero que no por eso hay que desistir, al revés hay que trabajar con más empeño, para desarrollar el sentido que le permita llegar a una interpretación capaz de ayudar a su consultante. Lo importante, es que no pierda la fe en sí mismo, ya que si la pierde, no conseguirá llegar a nada en el tarot.
A la hora de echarse las cartas hay que pensarlo dos veces, ya que una vez se inicie todo el ritual para dar comienzo, no hay vuelta atrás.