Jung fue el discípulo de Sigmund Freud, y para él, los sueños siempre fueron de vital importancia. Su obra más importante sobre este tema es Recuerdos, sueños, reflexiones, donde afirma que a través de ellos podemos encontrar solución a muchos de nuestros problemas, incluso él llegó a la conclusión de que los sueños se podían utilizar como cura para males mentales.
Jung discrepaba con Freud en el sentido que Freud le daba a los sueños, ya que Jung mantiene que los sueños contienen verdades intelectuales, recuerdos y fantasías. Para ello, contaba con cuatro criterios para saber si esos sueños valen o no: Primero veía si los sueños podían encajar en la personalidad del soñante, en segundo lugar observaba como actuaba el sueño sobre él, como tercero, estudiaba si los sueños convalidaban con los tenidos anteriormente, y por último, miraba si los sueños interpretados tenían un lugar en la vida real.
Jung fallecería en el año 1961, pero hasta su muerte mantenía el poder premonitorio de los sueños, y la idea de que en ellos se podía encontrar las claves para seguir la vida, saber lo que va a suceder y poder cambiarlo o hacerle frente. Muchos de sus alumnos continuaron con su legado y sus ideas, hasta día de hoy, y esa idea es la que prevalece en el mundo de los sueños y su interpretación. Por eso mismo se le considera a Jung como un gran investigar en el mundo del ocultismo, ya que dedicó prácticamente toda su vida a ello.