El espiritismo, o también conocido como movimiento espiritista, surgió en Francia, donde las prácticas de magia negra y otras técnicas espiritistas comenzaron a manifestarse por todos los rincones del país, expandiéndose a partir de ahí por toda Europa.
Se piensa que estas prácticas de magia negra comenzaron a surgir en el siglo XIX, aunque, claro está, no se conoce la fecha exacta en la que surge, pues este tipo de fenómenos siempre ha existido por todos los rincones del planeta: desde los magos chamanes de las tribus indias, hasta los magos de las tribus hindúes o brasileñas, incluso las brujas que decidieron ser quemadas por parte de la Iglesia en época de la Inquisición forman parte de este tipo de fenómenos espiritistas.
Y es que la magia negra se trata de una de las prácticas más misteriosas y extendidas por los cinco continentes.
Los espiritistas pueden creer tanto en Dios como en Satanás, aunque rechazan todo tipo de cultos sacerdotales y organizaciones humanas que de alguna forman hacen de intermediarios entre la deidad y el hombre, rechazando el culto a imágenes o altares. También reniegan de todo tipo de cultos, sacramentos religiosos o rituales de cualquier tipo, pues ellos mismos hacen sus propios cultos a las deidades.
Los espiritistas pueden creer tanto en el Paraíso como en el Infierno, la condena de las almas y la Salvación del Hombre. El Espiritismo es por tanto una religión libre de pensamiento, pues cada cual puede tener las creencias que prefiera, los espiritistas tienen fama de “liberales”, pues aceptan y respetan todas las religiones.